Portugal

Europa

Portugal es considerado como “Un maravilloso jardín junto al océano”. Este país ha sabido conjugar la belleza de sus paradisíacas playas y sus ciudades cosmopolitas con un interior rural y tradicional. Los principales motivos por los que los visitantes que deciden pasar sus vacaciones en este país son disfrutar de sus excelentes playas (especialmente las de las zonas de Algarve y la región de Lisboa) y su clima agradable; practicar golf en sus magníficos campos;  saborear su gastronomía, o motivos religiosos.

Pueden distinguirse siete regiones:

Porto y norte: Porto, ciudad Patrimonio Mundial, es la puerta de entrada y el punto de partida de un viaje por la diversidad natural y cultural de la región. Se la conoce por el vino de Porto, que desde aquí parte hacia todo el mundo, pero también por un patrimonio que sabe combinar la antigüedad de iglesias y monumentos, como la Catedral o la Iglesia de San Francisco, con la contemporaneidad de destacados edificios, como la Casa de la Música o el Museo de Serralves. Y también por la Escuela de Arquitetura, de la que salieron los nombres de Álvaro Siza Vieira y Eduardo Souto de Moura, ambos Premios Pritzker.

Centro de Portugal: En el interior, macizos montañosos y aldeas de granito y esquisto. Junto al mar, poblaciones pesqueras y playas cosmopolitas en las que los deportes náuticos marcan el ritmo de los días. Y en todas partes, el patrimonio milenario muestra con orgullo la historia de la región. Algunos de estos lugares tienen tanta importancia para la humanidad que la UNESCO los incluyó en la lista de Patrimonio Mundial. Es el caso de los Monasterios de Alcobaça y de Batalha, del Convento de Cristo en Tomar y de la Universidad de Coímbra.

Lisboa Región:Lisboa es la capital de Portugal y el centro de una región polifacética que atrae a diferentes gustos y sentidos. En una ciudad que ha recibido muchas y diferentes culturas venidas de lejanos parajes a lo largo del tiempo, todavía hoy se siente un ambiente rústico en cada barrio histórico. Podemos recorrer la cuadrícula de calles de la Baixa pombalina que se abre al Tajo en Praça do Comércio y, siguiendo el río, conocer algunos de los lugares más bonitos de la ciudad: la zona monumental de Belém con monumentos del Patrimonio Mundial, barrios medievales y, también, zonas de ocio más recientes o contemporáneas, como el Parque de las Naciones.

Alentejo: Las interminables planicies comienzan junto al Tajo. Si al norte el ritmo viene marcado por el verde de la campiña, al sur, el paisaje se combina con sol, calor y un ritmo acompasado. Es el Alentejo. Al norte, los pastos de los esteros; en el extenso interior, la inmensa llanura, mieses ondulando al viento; en el litoral, playas salvajes de una belleza inexplorada.

Algarve: Desde aquí los portugueses iniciaron en el siglo XV la epopeya que los llevó al encuentro de otros pueblos y culturas. En el Algarve recibimos, siempre con los brazos abiertos, a gran parte de los que visitan Portugal. Algo que queda patente incluso en el clima, suave y con mucho sol durante todo el año. Y también con playas de excelente calidad. Interminables arenales, limitados por acantilados dorados, islas casi desiertas que marcan la frontera entre Ria Formosa y el mar, o pequeñas bahías, resguardadas por las rocas. El océano, con todos sus tonos de azul, casi siempre tranquilo y cálido, invita a largos baños y a la práctica de los deportes náuticos.

Azores: En la inmensidad azul del Atlántico, la madre naturaleza creó una tierra repleta de belleza natural y que espera a que la exploren: el archipiélago de las Azores. Al este, en la isla de Santa María, las playas son cálidas y de arena clara, y los viñedos que cubren las laderas dispuestas en anfiteatro recuerdan a escaleras para gigantes. São Miguel, la mayor isla, cautiva por sus lagunas de Sete Cidades y de Fogo. La fuerza que emana de la tierra se deja sentir en los géiseres, en las aguas termales calientes y en los lagos volcánicos, así como en el sabroso “cocido de Furnas”, que se cocina lentamente en el interior de la tierra.

Madeira: En el medio del Atlántico, las islas de Madeira y de Porto Santo son un refugio de belleza natural. Entre el azul del mar y el verde esmeralda de la vegetación destaca el exótico colorido de las flores, en un archipiélago en el que dos tercios de su superficie son área protegida y en el que se encuentra el mayor bosque de laurisilva del mundo. La temperatura primaveral que se disfruta todo el año invita a la práctica de actividades al aire libre. Pueden realizarse paseos a pie aprovechando la red de recorridos por las levadas (conducciones de agua), visitar la ciudad de Funchal y conocer el patrimonio relacionado con la época de los Descubrimientos, o recorrer la isla por libre. Los paseos en barco son una excelente opción para conocer la costa y disfrutar de una perspectiva diferente.

 

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