Polinesia

Oceanía

Esparcidos en el Océano Pacífico, a mitad de camino entre Tokio y Santiago de Chile, se encuentran los archipiélagos que componen la Polinesia Francesa. De los archipiélagos, cada uno con sus encantos y atractivos particulares, el mayormente poblado y activo económicamente es el de la Sociedad, que contiene las islas de Tahiti, Moorea, Bora Bora, Huahine, Raiatea, Taha’a, entre otras.

La Polinesia Francesa, a menudo llamada “Tahiti y sus Islas”, tiene una atmósfera particular que mezcla la sofisticación francesa con el espíritu alegre y festivo de los habitantes locales. Éstos combinan la idea de vida del siglo XXI con los ritmos ancestrales del sol y el mar.

-Tahití

Coronada por majestuosos picos en forma de círculo, Tahití, la mayor isla de la Polinesia Francesa, se alza sobre el océano como una reina orgullosa. El interior montañoso alberga valles sagrados, arroyos de aguas cristalinas e imponentes cataratas. La mayor parte de la población de la isla vive cerca de la costa, por lo que el interior prácticamente no ha cambiado desde hace siglos, pese a la proximidad con Papeete, la bulliciosa capital. Papeete, que significa “cesta de agua”, era antaño un lugar de reunión donde los tahitianos veían a llenar sus calabazas con agua fresca. En la actualidad, Papeete, el centro neurálgico del territorio, alberga hoteles de categoría mundial, spas, restaurantes refinados, clubes nocturnos, bulliciosos mercados, museos, tiendas de perlas y comercios.

Tahití… la definición misma del paraíso

-Bora Bora

Romance. Surge del terciopelo azul de las aguas profundas donde los suaves matices de la laguna e impregnan el aire que rodea Bora Bora. Al tocar el agua, la brisa estremece la piel. Y su fuerza llena cada latido de corazón. Situada a 50 minutos de vuelo de Tahití o Moorea, Bora Bora, con una laguna que parece la paleta de un pintor con tonos azules y verdes brillantes, provoca en el visitante un verdadero flechazo. Los enamorados de todo el mundo acuden a la isla para admirar los hibiscos que crecen en las colinas y valles del monte Otemanu, mientras los motu cubiertos de palmeras rodean la laguna como un delicado collar.

Unas playas de arena blanca perfectas dejan paso a las aguas de azul intenso donde peces tropicales llenos de colorido se mueven por los jardines de coral y gigantescas mantarrayas nadan con elegancia. Se podría definir fácilmente como la encarnación del romanticismo, donde los resorts y spas de lujo están diseminados por la isla ofreciendo bungalows sobre pilotes, mansiones con techo de paja y un ambiente mágico. Sencillamente, Bora Bora es una de las más hermosas islas del mundo.

-Moorea

Moorea se alza majestuosa sobre el océano como una catedral, con unos picos elevados y abruptos, coronados por nubes. Poéticas cataratas caen por laderas cubiertas de helechos. Apacibles praderas flanqueadas por cumbres de tonos verde esmeralda te harán volver a creer en la majestuosidad de la naturaleza y la laguna azul brillante de Moorea encarnará la imagen idílica de los Mares del Sur. Casas de color pastel, rodeadas de jardines de hibiscos y aves del paraíso, rodean la isla formando un collar de pueblos donde la vida es sencilla y auténtica. Estimularán tus sentidos y te recordarán lo maravillosa que puede ser la vida. La vie heureuse, como dicen en Tahití, “la vida feliz”. Uno de los lugares más increíbles de Las Islas de Tahiti, la belleza de Moorea es inolvidable.

 

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